El coronavirus sigue causando estragos. En el continente asiático la cifra ya supera los 75,000 contagios, en los que han muerto más de 2,500 personas, según cifras oficiales. Además, estos casos han empezado a brotar en otros países.
Hasta ahora los mercados lucían un tanto complacientes; sin embargo, los efectos ya empiezan a notarse, al punto de que incluso el FMI ve una contracción del PIB de varios países. Así, los mercados financieros han tenido estos últimos días movimientos significativos a la baja.
Todo es parte de una cadena. Por ejemplo, Apple es la empresa de mayor peso dentro del índice accionario S&P500: uno de los índices más importantes del mundo; cuando a esta empresa le va mal, el índice lo resiente y se hace notar en la generalidad de los mercados. Un caso en el que el coronavirus ha impactado la producción es el de los dispositivos Apple, ya que esta empresa ha tenido que anunciar el cierre temporal de varias fábricas en China, uno de sus principales mercados. El anuncio mencionaba que no alcanzarían los ingresos de 67,000 millones de dólares para el siguiente trimestre, causando con ello que los inversionistas salgan a vender sus acciones, provocando la caída en su precio. El asunto es de tal importancia que el mayor productor de iPhones, Foxconn, anunció que había lanzado su propia manufactura de máscaras para permitir que sus más de 500,000 empleados sigan trabajando con normalidad.
Otro ejemplo del impacto en la economía es el caso de la industria automotriz. Una calificadora adelantaba que este sector se vería afectado, debido a una menor producción y ventas de unidades y que, una vez controlado, las ventas deberían continuar para los meses de abril o mayo. Igualmente, se pueden mencionar otros sectores impactados: el turístico, el textil, el aeronáutico, entre otros.
Dado que los mercados son irracionales, en el caso de las afectaciones o caídas en los precios de las acciones lo que pasa a menudo es que, si el ajuste de los precios es demasiado pronunciado, esta baja puede traducirse en una oportunidad de compra. Sin embargo, realizar esta clase de decisiones implica primeramente tener liquidez; en segundo lugar, tener valentía y, por supuesto, tener una estrategia de inversión que implique conocer qué sectores pudieran representar una oportunidad, qué empresas y cuál es el precio de compra más seguro y óptimo.
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