domingo, noviembre 24, 2024
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Star Wars: El ascenso de Skywalker – Crítica

El ascenso de Skywalker pudo haber sido el gran cierre que merecía Star Wars. Sin embargo, la película dirigida por JJ Abrams sólo buscó complacer a sus seguidores.

¿Cuál es la lección más grande que nos ha dado Star Wars a lo largo de su filmografía? La pregunta, tras más de cuatro décadas de historia, se ha vuelto difícil de responder. Hacerlo requeriría de algún tiempo de reflexión o incluso un nuevo maratón de, al menos, los nueve episodios presentados desde 1977. Pero hay un momento en El ascenso de Skywalker en el que la inolvidable Leia Organa le dice a Rey algo que podría ayudarnos a responder dicha interrogante: “Nunca tengas miedo de ser quien eres”.

Pensemos, por ejemplo, en aquel joven Luke Skywalker mirando al horizonte y tratando de hallar respuestas en esa puesta de sol binaria en el cielo de Tatooine. O en la valiente Jyn Erso demostrándonos que las rebeliones están constituidas de esperanza. Estos personajes, de entre tantos provenientes del imaginario de George Lucas, nos han enseñado que nunca hay que tener miedo de ser quienes somos ni de atrevernos a explorar lo desconocido.

En 2015, El despertar de la Fuerza nos trajo de vuelta aquel universo galáctico que tanto añorábamos. A pesar del éxito en taquilla, hubo quienes percibieron que lo visto en el Episodio VII era una copia exacta de Una nueva esperanza. Cuando llegó Los últimos Jedi en 2017, Rian Johnson –fiel a su destacada filmografía– se atrevió a explorar nuevos caminos y a llevar la saga por terrenos explorados en terrenos alejados de la pantalla grande. El resultado dividió a la audiencia. Hubo quienes celebramos la audacia y la visión del director mientras que otros exigían que el Episodio VIII sea removido del canon.

Hoy, a más de cuarenta años de La guerra de las galaxiasEl ascenso de Skywalker podría definirse como una cinta con únicamente dos propósitos: por un lado, crear un largometraje complaciente para la mayoría de los fans –algo que Disney sabe hacer a la perfección con el MCU, por ejemplo– y, por otro, finalizar por un buen rato todos aquellos planes ambiciosos que la compañía de Mickey Mouse tenía con la franquicia, mismos que terminaron siendo un dolor de cabeza para todos sus involucrados.

A pesar de ser uno de los cineastas contemporáneos con mayor visión y valentía en narrar nuevas historias, JJ Abrams se vio sobrepasado por la ira de los fans y por decisiones corporativas enfocadas en algo más que en lo cinematográfico. Nuevamente, su talento se quedó al margen de las pocas posibilidades de una nueva trilogía que nos demostró que lo emocionante de Star Wars está únicamente dentro de la cronología filmada por George Lucas en seis episodios. Y nada más.

Es triste que un gran legado de más de cuatro décadas de vida cinematográfica terminen con El ascenso de Skywalker. Estamos ante un filme que se esfuerza en ir uniendo los cabos sueltos de la nueva trilogía de la cual forma parte. En algunas acierta, pero en la mayoría lo único que hace es tropezarse consigo mismo en historias inconclusas y una que otra fuera de lugar.

Nada ayuda nuevamente la tibia presencia de sus protagonistas. Si bien hay una evolución considerable tanto en su personaje como en su desempeño, Daisy Ridley nunca logra hacer de Rey la gran heroína que podía cargar el legado de la saga en sus hombros. John Boyega se ve limitado una vez más por el pobre desarrollo de Finn, y su presencia en la trilogía termina por sentirse sumamente forzada y hasta innecesaria para la trama. A pesar de ser uno de los mejores actores de Hollywood en la actualidad, Adam Driver falla en hacer de Kylo Ren el gran villano de esta nueva era de Star Wars. El guion del Episodio IX una vez más lo retrata como un hombre inmaduro e inestable sin un propósito claro de sus intenciones.

Sin embargo, es interesante la forma en que algunos de sus personajes secundarios logran brillar incluso más que el elenco protagónico del filme. Ahí encontramos, por ejemplo, desde un valiente y aventurero Poe Dameron (Oscar Isaac) hasta un despiadado y meticuloso General Pryde (Richard E. Grant), sin dejar de lado a las intrépidas y misteriosas Jannah (Naomi Ackie) o Zorii Bliss (Keri Russell). Quizás en ellos se encuentre ese gran corazón y pasión, digno del universo de Star Wars, que pueda sostener y relatar con éxito nuevas aventuras.

Pero tal parece que El ascenso de Skywalker fue consciente todo el tiempo de las fallas que la audiencia iba a detectar y, de forma muy hábil, construyó un camino plagado de toques de nostalgia. Desde la repetición de diálogos memorables hasta la participación de viejos conocidos de la saga, cada uno de estos momentos hace que, a pesar de todo, el filme sea una aventura digna de la franquicia. Y quienes han vivido esta saga a lo largo de nueve episodios, podrán sonreír más de una vez y olvidarán –aunque sea por un segundo– los momentos incoherentes y hasta desafortunados que presenciaron aquí –como, por ejemplo, un beso que seguramente discutiremos por semanas–.

Quizá por ello, la figura antagónica de esta última cinta de la saga Skywalker proviene de un viejo enemigo, a quien creíamos aniquilado desde los tiempos de El regreso del Jedi. Aprovechando los misterios de la Fuerza –por no decir huecos argumentales–, el Emperador Palpatine volvió nuevamente para construir una nueva fuerza imperial, transformando a la Primera Orden en la Orden Final, grupo que combina los planes maquiavélicos de Snoke con el poder infinito del Imperio Galáctico.

Por otro lado, no podemos negar lo emocionante que es ver por última vez a Carrie Fisher en la pantalla grande como la gran líder de la rebelión. Esta cinta era su oportunidad de brillar. Afortunadamente, la producción de la cinta se las arregló para construir su historia alrededor de escenas no utilizadas –y un buen toque de la tecnología más avanzada– para que Leia cerrara con broche de oro la historia de una de las mujeres más valientes e inspiradoras del cine.

La grandeza de Leia no es gratuita. Y si se hubiera escuchado con detenimiento aquel consejo suyo mencionado al inicio de este texto, El ascenso de Skywalker pudo haberse convertido en el gran cierre que merecía la saga de ciencia ficción más exitosa del cine. En todo caso, el mayor éxito de esta película es que su único propósito de complacer a los fans ayudará a revalorar Los últimos Jedi como una muestra de lo que ser auténtico sin miedo puede hacer no sólo para Star Wars sino para la industria cinematográfica.

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