Unas rodajitas de cebolla para llorar, cortesía de Mon Laferte.
Desde que la chilena anunció el lanzamiento de su disco Norma, el cual tituló así porque se llama Norma Monserrat, saltó que en su foto aparece sensual y escotada, pero con un cuchillo y una cebolla en sus manos.
Es porque en Chile, a la música popular, se le denomina así porque es la que te hace llorar. Se dice de una manera peyorativa para las canciones hechas en barrio, así que para mí fue afirmar que sí soy de barrio”, relató en conferencia de prensa, “y en este disco quise plasmar las etapas más representativas de una relación de pareja.
Intenté en 10 canciones ir a lo más esencial. Y a través de ritmos conté el primer encuentro, después me fui directamente al sexo, porque es ahí cuando uno dice ‘mi amor, te quiero ver’, pero en realidad sólo quieren ir a lo que van. Y lo representé con el tango. Después pasamos al enamoramiento y finalmente con una ruptura buena onda”, explicó la cantante.
Durante el proceso de promoción del disco que se grabó en los Capitol Studios, Mon Laferte realizó una promoción poco habitual: se fue a tocar directamente en la calle. Fue precisamente el primer sencillo El Beso, el cual la llevó a arrancar su tour callejero y otra manera de reafirmar que ella se hizo en las arterias de Valparaiso y la Ciudad de México. “Empecé ahí mi carrera. De chiquita tocaba por allá en Valparaiso. No tocaba mis propias canciones, pero sí las más populares del momento y siempre me gustó tener esa cercanía. Tenía que cantar súper fuerte para luchar contra los camiones que pasan y los ruidos de la calle para que me escucharan.
Después en México, en 2011, estaba en el metro y los parques. La última vez que lo hice fue en el álbum Vol. I, pero fue caótico con las personas. No quería perder esa parte y me rifé otra vez afuera del Palacio de Bellas Artes, fue tan chingón hacerlo que lo volví a repetir”, contó.
Mon quería bailar, por eso se fue al Salón Los Ángeles, en la colonia Guerrero, para practicar con los hombres colmilludos y cachondones de ahí. Se curtió en salsa, cumbia, charanga y todo lo tropical habido y por haber.
Y así fue cuando vino otro recuerdo que tanto atesora la chilena, pues su primer acercamiento al baile fue gracias a su abuela materna, que también se llama Norma y a quien le dedica muchas de sus composiciones de antes y de ahora.
“A mi abuela le eché y le echo la culpa de toda mi vida. Ella me llevaba a bailar porque mi mamá trabajaba y me dejaba en cuidados de ella. Pero mi abuela tenía sus días religiosos donde tenía que ir a bailar a las 16:00 horas en el salón Los Artesanos. Me llevaba y como niña me sentaba y ella se iba a bailar danzón, tango y salsa.
Recuerdo estar sentada con mi refresco y los señores me sacaban a bailar con orquesta en vivo. Eso significa todo para mí; además de lo que representa mi abuela con su tacón de charol y los señores con sus trajes”, rememoró.
Fuente: Excélsior