domingo, agosto 10, 2025
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‘Roma’ seduce a la Mostra

Alfonso Cuarón sedujo a la audiencia del Fes­tival Internacional de Cine de Venecia con un filme muy personal, ambientado en el México de los años 70, e inspirado en su propia familia, en los amores y desamores de criados y patrones, que resulta una oda al matriarcado en el que se crió, sobre todo a su propia niñera.

Roma, que fue recibida con elogios y aplausos en la Mos­tra y que lo convirtió en un firme aspirante al León de Oro, ha emocionado a la crítica.

En esta película, Cuarón narra en blanco y negro la historia de Cleo, la criada indígena de una familia burguesa y aparentemente idílica de la Ciudad de México de inicios de la década de 1970, un personaje basado en la nana que él tuvo y a quien dedica el filme, Libo.

«Está basada en un personaje de la vida real, Libo, es básicamente el mismo personaje. Fue mi nana de niño y se convirtió en parte de la familia, nosotros nos convertimos en parte de su familia”, narró.

Sin embargo, no se queda en un retrato cándido sino que muestra toda la problemática que rodeó a la niñera, interpretada por una soberbia y debutante Yalitza Aparicio, pues su vida se vio truncada por un embarazo inesperado.

«No es una película nostálgica”, advirtió el realizador, quien no reveló jamás a los actores el guión; se basaron sólo en sus indicaciones, fruto de largas conversaciones con el equipo técnico.

Pero Roma también es muchas otras cosas: la historia de dos mujeres diferentes a las que aúna el abandono de un hombre: la criada y la patrona y madre, interpretada por Marina de Tavira. O una radiografía de una sociedad que vibraba con el Mundial de Fútbol, con los terremotos o con las convulsiones sociales, como la masacre del Jueves de Corpus, mostrada en la película.

Y entre toda esta temática deslumbra una continua refe­rencia al matriarcado, a muje­res que se ayudan entre sí, que afrontan de modo valiente los inesperados cambios de la vida o que lloran en las calles mientras los hombres mueren y matan en las protestas.

En definitiva, Cuarón recurre a su memoria para dibujar hechos de hace casi medio siglo huyendo, eso sí, de cualquier atisbo de nostalgia, con frecuentes planos abiertos, sin miradas subjetivas y con un blanco y negro digital, moderno, sin el grano del clásico.

 

 

Fuente: Excélsior

 

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