La explosión de una ambulancia bomba ayer en Kabul –reivindicada por los talibanes– causó casi 100 muertos y 158 heridos, sembrando pánico y terror en un barrio muy concurrido de la capital afgana.
Ahora el balance es de 95 muertos y 158 heridos”, declaró el portavoz del Ministerio de Salud Waheed Majroh, cinco horas después del ataque.
Poco antes, el director de comunicación del gobierno, Baryalai Hilali, advirtió que el saldo puede aumentar porque hay heridos “en estado crítico”.
En un comunicado, la Presidencia afgana denunció un “crimen contra la humanidad”.
Es una masacre”, reaccionó en Twitter Dejan Panic, coordinador de Emergency, que acompaña el mensaje con fotografías en las que se ven víctimas en los pasillos, en el patio y sobre el césped del hospital administrado por esta ONG italiana.
Según el Ministerio del Interior, “cuatro sospechosos fueron detenidos en el marco de la investigación” sobre este atentado, el más mortífero desde la explosión de un coche bomba en mayo pasado (150 muertos, 400 heridos).
El atentado fue reivindicado por el portavoz de los talibanes Zabihulá Mujahid en WhatsApp: “Un mártir hizo estallar su coche bomba cerca del Ministerio del Interior donde había numerosas fuerzas policiales”.
El suicida usó una ambulancia para pasar los controles. En el primer control dijo que transportaba a un paciente al hospital Jamuriat”, explicó Nasrat Rahimi, portavoz adjunto del Ministerio del Interior. “La ambulancia estaba estacionada en el aparcamiento del hospital Jamuriat; intentó pasar los controles hacia el Ministerio del Interior, el Alto Consejo de la Paz, pero el suicida fue detectado por la policía y se hizo saltar por los aires”.
El gobierno sospecha de la red terrorista Haqqani, cercana a los talibanes e instalada en la frontera paquistaní, añadió.
La explosión fue de tal potencia que sacudió a la capital. Los vidrios de Chicken Street, la calle de los anticuarios a unos cientos de metros, saltaron en mil pedazos, así como los de todos los barrios a cientos de metros a la redonda.
Vi charcos de sangre”, confirmó un testigo, quien se desmayó por la potencia de la explosión, en medio de escombros esparcidos sobre la calzada.
El atentado se produjo delante de uno de los retenes que protegen la entrada a una avenida por la que se accede a varias instituciones: el Ministerio del Interior, la sede de la policía, la delegación de la Unión Europea y el centro de secundaria Malalai.
El Alto Consejo de la Paz, encargado de las negociaciones con los talibanes (actualmente bloqueadas) estima ser el principal blanco del ataque.
El atentado se produce en medio de una espiral ascendente de ataques terroristas contra objetivos civiles por parte de talibanes y del Estado Islámico (EI) en los últimos días.
El pasado fin de semana más de una veintena de personas murieron en el Hotel Intercontinental de Kabul durante un asalto perpetrado por seis atacantes que mantuvieron un enfrentamiento con las tropas de seguridad durante doce horas. El miércoles un ataque del EI contra la sede de Save the Children en Jalalabad (este) acabó con la muerte de cuatro empleados de la organización no gubernamental, un transeúnte y un miembro de las fuerzas de seguridad, así como de los cinco terroristas.
Por su parte, la comunidad internacional condenó rotundamente el ataque. La UE reafirmó su compromiso con la pacificación de Afganistán, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó a “tomar acciones decisivas” contra los talibanes después de este “odioso” atentado.