Mientras en Nueva York, el rally proseguía desatado (+1.6%), en México el S&P/BMV IPC saldaba la semana con una caída de 1.5% y en Canadá, la bolsa de Toronto retrocedía 0.3 por ciento.
Pero esta vez hubo una sutil diferencia con respecto a otros episodios de turbulencia: la culpa de la volatilidad debe achacarse a Canadá y, por el contrario, fue Trump el que se esforzó por calmar las aguas.
El miércoles, altos funcionarios canadienses declararon que estaban “cada vez más convencidos” de que Estados Unidos podría romper con el Tratado.
La administración de Donald Trump ha venido imponiendo una serie de aranceles especiales sobre las importaciones canadienses para combatir supuestas prácticas de “dumping”.
Pero Justin Trudeau no se quedó quieto: denunció ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) el uso irregular que Estados Unidos hace de esas prácticas, exhibiendo un centenar de casos en los que el arancel no cumple con las condiciones establecidas por la OMC.
La réplica canadiense sentó muy mal en Washington, que acusó a Canadá de “minar la confianza” entre los dos países, y puso en duda su buena voluntad para llevar a buen puerto las negociaciones del TLCAN.
De este episodio y de otros, a Trump le ha quedado una cosa clara. Tras las derrotas republicanas en Alabama, Virginia y Nueva Jersey, con el respaldo a su gestión (y a su persona) cada vez más mermado, lo único que le salva es el rally de Wall Street. Es el mejor puntaje de su presidencia, lo que más infla su vanidad (y lo suele presumir en su tuits).
Y ahora parece convencido de que declarar el rompimiento del TLCAN podría provocar tal masacre en Wall Street que podría aniquilar su mejor legado y su único triunfo de cara a las elecciones de medio término de noviembre.
Por eso, esta vez fue la Casa Blanca la que se precipitó a desmentir todo. El mismo miércoles aseguraron que nada había cambiado, lo que aplacó el nerviosismo.
Y el jueves, el propio Donald Trump aseguró que no hay prisa en cerrar el acuerdo, y que será mejor esperar hasta después de las elecciones de México dado que en plena campaña es muy complicado que el gobierno mexicano adopte determinadas decisiones.
Con eso dio a entender dos cosas: uno, que el acuerdo posiblemente se cierre después del 2 de julio, por lo que no planea abandonar el acuerdo antes de esa fecha; y dos, que tras las elecciones mexicanas, seguirá tratando con los mismos interlocutores.
México da síntomas de transigir con uno de los temas más espinosos, el de las reglas de origen para el sector automotriz. La actual regla dice que 62.5% de los componentes de un vehículo deben proceder de la región de Norteamérica para acogerse a las exenciones arancelarias del Tratado. Estados Unidos quiere elevarlo a 85 por ciento, aunque sea técnicamente inviable.
También se empieza a salvar el escollo de la cláusula de terminación automática del tratado cada cinco años. En vez de finiquitarlo en caso de que algún miembro rechace renovarlo, se evaluará el Tratado y se podrá someter a revisión.
En consecuencia, Estados Unidos considera ahora a México un interlocutor más cómodo que Canadá. Pero lo más importante es que, pese a las fanfarronadas de Trump, sus amenazas de romper con el TLCAN no son, a estas alturas, muy creíbles al ser contrario a sus intereses.
Y por varias razones. En primer lugar, porque romperlo puede demoler la euforia bursátil, su gran legado de especulación y oro.
En segundo lugar, porque tampoco le interesa que el peso se hunda, pues va en contra de la competitividad estadounidense.
Y en tercer lugar, porque la propia debacle del peso, en caso de darse antes de las elecciones, podría poner en bandeja la presidencia a dirigentes más incómodos para sus intereses, no sólo en el TLCAN sino también en los negocios petroleros que se están abriendo con la Reforma Energética, justo ahora que parece entenderse mejor con el gobierno mexicano.
Por otro lado, la respuesta de Trump a Canadá, desmintiendo los rumores de que podrían salirse del TLCAN, le ha sentado de maravilla a los mercados mexicanos. Tras la debacle del miércoles, la bolsa mexicana ha encadenado tres días consecutivos de ganancias. Pero la percepción de que el TLCAN puede estar a salvo lo ha celebrado sobre todo el peso mexicano. En el año, se ha apreciado un 4.4% contra el dólar y luce como la divisa más poderosa en estos pocos días que llevamos de este 2018.
Fuente: MVS