A 60 años de su muerte, el pintor mexicano Diego Rivera, se mantiene vigente a través de obras tan reconocidas como «La creación» y «Germinación», así como por aquellas como “Retrato de un español”, poco conocidas pero cuyo precio oscila entre 3 y 5 millones de dólares. Diego María Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, su nombre completo, nació el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato y desde muy temprana edad comenzó a dibujar.
De 1896 a 1902 estudio en la Academia de San Carlos, donde tomó clases con Santiago Rebull, Félix Parra y José María Velasco, entre otros, pero que abandonó a los 16 años de edad debido -según sus propias palabras- a que el sistema de enseñanza de pintura sólo estaba dirigida a la reproducción fiel de los objetos. Años más tarde se trasladó a España becado por el gobierno veracruzano y de ahí viajó a distintas partes de Europa, como Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda, lo que le permitió estar en contacto con obras del Renacimiento, el cubismo y la vanguardia.
Su obra de esa época muestra el estudio y el análisis de la obra de Paul Cezanne, del cubismo, fauvismo y neoimpresionismo, además de que experimentó con el óleo, pastel, acuarela, fresco, encáustica y temple sobre tela, cartón, papel y corcho prensado. En México, su primer mural fue «La creación», de 1922, destinado al anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria. Ese mismo año, fue uno de los organizadores de la Unión de Trabajadores Técnicos y Plásticos. A principios de la década de 1930, el muralista viajó a Estados Unidos, donde pintó murales en San Francisco, Detroit y Nueva York.
Su más ambicioso y gigantesco proyecto fue un mural pico sobre la historia de México para el Palacio Nacional, el cual quedó inconcluso debido a su muerte. Desde finales de la década de 1930 se dedicó a la pintura paisajística y de retratos, y en sus últimas pinturas desarrolló un estilo indigenista y social de gran atractivo popular. La aportación de la obra de Diego Rivera al arte mexicano moderno fue decisiva en murales y pinturas de caballete; fue un pintor revolucionario que buscó llevar el arte al gran público, a la calle y los edificios, manejando un lenguaje preciso y directo con un estilo realista, así como pleno de contenido social.
Fuente: Excelsior