Después de las peleas de sobremesa del último día de Acción de Gracias, marcado por la victoria electoral de Donald Trump, las familias pactaron este año dejar la política fuera del menú: no hablar del tema o no reunirse para evitar disgustos. Cada cuarto jueves de noviembre, los estadounidenses viajan a lo largo y ancho del país, abarrotando carreteras y aeropuertos, para cenar con sus parientes en la que es la cita familiar más importante del año. Para muchos, eso supone compartir una larga comida con tíos, primos o sobrinos a los que les une poco más que el lazo familiar y se choca frontalmente en asuntos políticos y sociales.
Esa profunda división ideológica se agudizó el año pasado, en un «Thanksgiving» traumático dos semanas después de la victoria de Trump frente a Hillary Clinton y tras una de las campañas electorales más duras de la historia del país. Por eso este año, según un sondeo publicado esta semana por los medios públicos NPR y PBS, el 58 por ciento de los estadunidenses tiene miedo a tener que hablar de política en la cena de Acción de Gracias y solo al 31% le apetece.
El 11% restante dice no estar seguro al respecto. El año pasado, según una encuesta de CNN, al 53% le daba pavor tener que discutir sobre las elecciones pero el 43% tenía ganas de ese debate en torno al pavo asado y la salsa de arándanos. «En 2016 ya fue insoportable para mí tener que escuchar a mis tíos felices por la victoria de Trump. Este año no podría aguantar oír cómo defienden las políticas que ha adoptado en la Casa Blanca contra los inmigrantes y las mujeres», explica Sarah Gilmer, que por primera vez pasará el día con amigos en Nueva York en lugar de viajar a Indianápolis.
Esta joven profesional, como muchos estadunidenses que estudian o trabajan a muchos kilómetros de su ciudad natal, tiene una visión política y social diametralmente opuesta a la de sus familiares. «La gente con la que trabajas y con la que sales socialmente tiende a compartir tus opiniones políticas, pero cuando te reúnes con tu familia, si la política está en la receta, quizás no sepa muy bien», indica Lee Miringoff, el director del Instituto Marist de Opinión Pública, que participó en el sondeo de NPR/PBS.
Fuente: Excelsior