Los pañuelos y los aplausos de pie comenzaron a salir en la última escena de Paloma Woolrich en el Teatro Helénico.
La actriz, con las emociones y el cuerpo al desnudo, conmovió a los espectadores de la obra Wit, despertar a la vida con su fina interpretación de Vivian Bearing, una dura profesora de literatura, cuya fortaleza se quebranta en cada escena tras el tratamiento contra el cáncer ovárico metastásico en fase 4 que sufre.
La obra escrita por Margaret Edson y dirigida por un joven, pero altamente sensible Diego del Río, hizo una pausa de dos horas, sin intermedio, en el tiempo de su público, para ofrecérsele una historia de vida, muerte y poesía metafísica— con dramatismo, pero también con humor casi involuntario que desató carcajadas sorprevisas—, en la que más allá del testimonio de una mujer con cáncer, se hace una reflexión acerca de lo importante de aprovechar cada minuto del latido del corazón para vivir.
“Tras hacerla hace dos años en el Teatro Milán y retomarla ahora en el Teatro Helénico, hemos podido ver otras cosas en la obra, enriquecerla y darle otra mirada, lo cual ha sido muy gozoso. En la función del miércoles, por ejemplo, me fundí en un abrazo con una mujer del público, a quien no conozco, pero que fue muy agradable que me regalara ese sentimiento y agradeciera a la compañía por esta obra.
Como actor, uno se siente compensado, porque finalmente vemos una acción muy clara de nuestro trabajo sobre el público, una gestación emocional y una reflexión. Eso me hace muy feliz, porque la gente entra en catarsis, lo cual es muy conmovedor.
Hay una respuesta afectiva de los espectadores”, expresó Woolrich en entrevista con Excélsior. La obra, en la que también actúan Pablo Bracho, Luis Arrieta, Concepción Márquez en alternancia con Tina French, Pilar Flores del Valle, Miguel Salas, Lupi Labunia, Mauricio Romero, Sebastián Mingüer y Ernesto Gout, aborda el cambio de vida esta mujer desde el momento en el que es diagnosticada con cáncer.
Es así como se convierte en la narradora de este doloroso proceso, en el que la ironía juega un papel fundamental para darle un descanso al espectador y mostrar la vida con sus diferentes matices y altibajos. Es así como esta mujer, inexpresiva de sus emociones, delata su humanidad, fragilidad y ansiedad de ser abrazada en sus últimos días.
“Lo que es universal en esta obra es la visión de la muerte. La vida y la muerte están unidas, no importa si eres hombre o mujer, el estatus social o edad. Todos terminaremos nuestra vida, es una ley, y nos interesa saber lo que pueda ocurrir. Así que el texto es magnífico con los poemas de John Donne (1572-1631) que se exponen. Podemos aprender mucho para que nuestra vida llegue a un final mucho más tranquilo, reposado, y no hablo de resignación, sino de reflexión, pues cuando tienes más información, el miedo disminuye.
La obra lo que inspira es amor por la vida y por lo que sí tienes en este momento. El humor, en este montaje, es la manera más agradable de compartir con el público, sin dejar de lado la parte dramática, que después entra con más suavidad. El humor es básico en esta vida”, detalló la actriz, quien se rasuró la cabeza para interpretar al personaje.
El director Diego del Río destacó que en el proceso de la reposición, hicieron énfasis en la ironía del personaje, lo cual tuvo una respuesta positiva en los espectadores.
El humor permite al espectador seguir la obra, aunque no hay miedo de entrarle al tema que es tan duro. La ironía permite que la experiencia teatral sea mucho más rica y se genera una complicidad entre Paloma y la gente. El teatro ayuda a sanar el alma y esta obra utiliza el cáncer como un pretexto para hablar sobre la vida, porque el personaje se reconecta con lo esencial, con lo importante, con aprender a vivir, aunque vida y muerte estén juntas”, concluyó.