domingo, noviembre 24, 2024
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Gana la izquierda en Ecuador y llegan la histeria política y asedio institucional

 

De haber conocido los acontecimientos que las elecciones del 2 de abril en Ecuador depararían, Netflix hubiera esperado para promocionar el estreno de la quinta temporada de House of Cards: el escenario postelectoral es digno de cualquier thriller político.

La segunda vuelta dio como ganador a Lenin Moreno, el candidato de Alianza País y vicepresidente de Rafael Correa durante 2007-2013, como futuro presidente con 51.16% de los votos, frente al 48.84% para el candidato de la derecha CREO-SUMA, el ex banquero Guillermo Lasso.

La tensión y el suspenso iniciales dieron paso a la histeria política del vencido candidato y sus simpatizantes: un verdadero asedio persistente a la institucionalidad por parte del candidato de la banca, las élites y sus círculos. Mientras el Tribunal Electoral Contencioso confirmó con un recuento parcial el resultado de la elección, las autoridades procedieron a denegar una solicitud de CREO-SUMA que exigía un nuevo conteo total de los sufragios.

El vice de Lasso, Andrés Páez Benalcázar, habia pedido un nuevo conteo manual de los votos, supervisado por ambos partidos, en un comentario en el New York Times del 13 de abril.

Crónica breve del fraude electoral que no fue

A las 17:01 el día de la elección, dos encuestas de salida con resultados opuestos, transmitidas por distintos canales de televisión, declararon la victoria de ambos candidatos en la elección presidencial del país. En Ecuavisa, difundieron los resultados de una encuestadora de los que posteriormente se demostrarán sus enormes fallas; en Ecuador TV (la televisión pública) se difundieron los resultados de la encuesta que vio ganar a Moreno.

A las 17:15 en los medios de comunicación no estatales, periodistas ya felicitaban a un no-futuro-mandatario, sin tener resultados oficiales: la batalla mediática en todo su esplendor.

Unas cuatro horas largas después, a las 21:00 el organismo electoral anunció en una rueda de prensa transmitida en televisión y en redes sociales los resultados que confirmaban la victoria de Moreno.

Y, para sorpresa de pocos, a las 22.00 Lasso, el candidato derrotado rabiosamente impugna los resultados sin exhibir, ni inmediatamente ni a lo largo de los siguientes días, prueba alguna del supuesto fraude que alega. Incluso Jaime Nebot, aliado político del banquero, exhortó al movimiento CREO a presentar las pruebas.

Conflicto político y avasallamiento institucional

A partir del 3 de abril, y hasta el momento que se escriben estas líneas, iniciaron movilizaciones de aliados de Lasso en las grandes ciudades del Ecuador. En Quito, Cuenca, Guayaquil y Loja varias personas realizaron quema de llantas, desmanes en el espacio público y todo tipo de agresiones para expresar su descontento por la victoria de Moreno y sumarse a la denuncia del supuesto fraude.

Una imagen habla por si sola: grupos de las élites ecuatorianas oraban en medio de una avenida en Quito para rogar a Dios que cambiara los resultados electorales surgidos de la voluntad popular.

Alianza País apoyó el pedido del recuento para respetar el pronunciamiento de la ciudadanía. Se inició el recuento el 8 y 9 de abril con la participación de la OEA y UNASUR y no sólo confirmaron los resultados originales, sino que incluso se otorgaron más votos al vencedor.

La oposición «lassista» continúa desconociendo los resultados. Como modo de tramitar y cerrar el conflicto político, el actual presidente adhiere los días posteriores (12 de abril) a la propuesta de realizar públicamente un nuevo «recuento aleatorio» de las actas escrutadas, aunque dicho mecanismo siquiera esté habilitado legalmente.

Desconfianza institucional

Ciertas dosis de esta histeria política tiene sus razones de ser.

Buena parte de los que apoyan la impugnación de los resultados electorales se han autoconvencido—en medio del microclima que generan las redes sociales— de la imposibilidad de la victoria del candidato de un partido que comanda al país desde hace diez años con una economía fuertemente desacelerada y un liderazgo presidencial desgastado.

Otros, en medio de denuncias de corrupción contra altas esferas del gobierno poco confían en las instituciones estatales. De ahí su impugnación a los resultados electorales anunciados por el organismo competente.

Si bien Lasso había perdido fuerza hacia las últimas semanas de la campaña previas a la segunda vuelta, algunos eventos parecían entorpecer el camino hacia una cómoda victoria electoral del candidato del partido gobernante.

Estos tenian mayormente que ver con la crisis en Venezuela, que reforzó la asociación entre una eventual presidencia de Moreno y el conflictivo escenario del país vecino. Cuando las autoridades ecuatorianas negaron el ingreso al país a la venezolana Lilian Tintori, esposa del dirigente político Leopoldo López que apoya a Lasso, amediados de marzo (ya que la ley ecuatoriana prohíbe a visitantes temporales realizar actividades de proselitismo), se emapañó el escenario político.

A esto se suma un incidente contra Lasso en el que fue durante un partido de la selección ecuatoriana (evidentemente por opositores de su campaña) y la narrativa de que: «si gana Moreno, Ecuador se convierte en Venezuela», fue instalada públicamente y atizada por ciertos medios del Ecuador.

Desafíos de la transición post-correísta

Más allá de estos episodios, los desafíos que ahora debe enfrentar el presidente electo, que tomará posesión el 24 de mayo, son de diversa índole.

Por un lado, requerirá reforzar su legitimidad política frente a casi la mitad de la sociedad que votó por un cambio. El apoyo al banquero Lasso ha residido menos en sus propuestas y carisma (y mucho menos en su historial como uno de los responsables de la crisis económica de 1999) que en cierto hartazgo con el estilo de gestión política de Rafael Correa.

El triunfo del sucesor de Correa demuestra que, en Ecuador, a pesar del drama electoral, la mayoría tiene por lo menos una cosa bien clara: el dogma neoliberal -de que «algunos» (las grandes mayorias) deben sufrir el ajuste infernal para luego disfrutar de un modesto purgatorio – no tiene cabida luego de una década de indiscutible ampliación de derechos.

Artículo original: Huffington Post clic aquí

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