En el siglo XIX y principios del XX existía la costumbre de que las partituras musicales se hicieran con portadas ilustradas. Teresa Matabuena Peláez, investigadora de la Universidad Iberoamericana, reúne por primera vez 120 de esas portadas en el libro La reina del baile. Una selección de portadas ilustradas 1860-1935, donde se observan los motivos con los que se presentaron en su momento obras como Amorosamente, de Manuel M. Ponce; Vals Caressante, de Ricardo Castro o Sobre las olas, de Juventino Rosas.
“La Ibero tiene una colección de más de 700 partituras musicales, libros sobre música y métodos para aprender a tocar un instrumento de los siglos XVII al XX, que para una biblioteca no especializada en música es un buen acervo. Nos dimos cuenta que entre esos documentos destacaban por su belleza las portadas ilustradas de las partituras musicales”, comenta la especialista y directora de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero.
Esta novedad editorial se presentará el próximo 19 de abril a las 12:00 horas en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana. Es un trabajo en el que también participaron las investigadoras: Julia Emilia Palacios, Marisela Rodríguez Lobato y María Cristina Sánchez de la Vara.
En dicho evento, comenta Matabuena Peláez, se ofrecerá un concierto, ya que la publicación está acompañada de un disco con 14 grabaciones a cargo del pianista Carlos Cervantes. Algunas de las obras que se pueden escuchar en el CD son: Amorosamente, de Manuel M. Ponce; Teresa, de Carlos Curti; La ciudad de los camiones, de Castro Padilla y Hermosas tapatías, de Luis G. Jordá.
“El libro no habla de música, la intención es dar a conocer las portadas ilustradas, de por qué se usaron, para qué sirven las partituras, quiénes las imprimían. Además incluimos biografías de los músicos y una explicación de las partituras que tenemos; hay un capítulo que habla de la música como entretenimiento y otro de las mujeres como elemento principal en las portadas”, señala la coordinadora de la obra.
Matabuena Peláez explica que esas portadas fueron ilustradas con diversas técnicas de impresión, las más antiguas fueron hechas con litografías y conforme pasaron los años, era común el uso de grabados, fotograbado y grabados a color.
—¿Quiénes hacían esas impresiones?
—Las casas editoras, quienes a su vez eran las que vendían los instrumentos musicales, las que tenían salas de concierto y las que fomentaban a algunos músicos importantes.
Sobre los temas de las portadas, la investigadora detalla que al no participar los compositores en el diseño, por lo general, las ilustraciones van de acuerdo al título de la obra. Por ejemplo, “las partituras del Himno Nacional tienen elementos patrios como el águila y la bandera; las partituras de Imposible será olvidarte, de Carlos Villavicencio, representan a un joven viendo el retrato de una chica que seguramente era su novia”.
VALSES, ZARZUELAS, POLCAS. En la colección de partituras que resguarda la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, destacan obras escritas por Carlos Curti, Juventino Rosas, Carlos Villavicencio, Ángela Peralta, Agustín Lara, Alfredo Carrasco, Benigno de la Torre, Manuel Alonso. Abundio Martínez y Rodolfo Pineda y Ortiz.
“Están los músicos mexicanos más conocidos del siglo XIX, cuyas obras las hacían para muchas cosas, algunas por encargo. Obviamente la partitura se hacía para la interpretación de la música en casas o teatros. La mayoría de los autores son mexicanos aunque hay algunos españoles que triunfaron en el país. Entonces, hay música de zarzuela, para baile, lírica, valses, polca”, precisa Teresa Matabuena Peláez.
Sobre el título del libro explica que la música es La reina del baile, porque sin “música no hay baile y sin partitura no hay música, además aprovechamos el título de una de las obras: La reina del baile, de Carlos Curti”.
—¿Se sabe si esta pieza se tocó con frecuencia?
—De las partituras se hacían muchos ejemplares, a veces hasta 20 mil, pero La reina del baile es un vals y seguramente, como era costumbre en el siglo XIX, la música era la fuente más importante de entretenimiento, se tocaba en salones, fiestas, tertulias y en reuniones en diferentes casas.
“Era muy común en el siglo XIX que las señoritas acomodadas aprendieran música y una forma de vida de los grandes compositores mexicanos era ser maestros particulares de piano, o ponían academias para que las señoritas aprendieran a tocar el piano”.
Por último, Matabuena Peláez señala que al final del libro realizaron una catalogación de las partituras con el desglose de qué tipo de música es cada pieza y cuántas páginas de texto musical incluye cada partitura.
La reina del baile. Una selección de portadas ilustradas 1860-1935 se presentará el miércoles 19 de abril a las 12:00 hrs en el Foro El Cardoner, Centro Cultural y Deportivo Enrique Torroella, S.J, en la Ibero, ubicada en Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe, Ciudad de México.
FOTO:Especial
FUENTE:Excélsior