viernes, abril 19, 2024
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Iglesias de la capital resguardan restos de personajes históricos

Manuel Tolsá el arquitecto más importante de los siglos XVIII y XIX en la Nueva España por construir, al menos, 14 edificaciones como el Palacio de Minería o el Museo Nacional de San Carlos; Joaquín García Icazbalceta, el gran historiador del siglo XIX y Miguel Agustín Pro, el jesuita fusilado por atentar contra el presidente Álvaro Obregón, son algunos de los personajes históricos que se encuentran resguardados en iglesias de la Ciudad de México.

Crónica presenta un breve recorrido por cuatro joyas arquitectónicas dedicadas al culto que los lectores pueden visitar en Semana Santa, aprovechando que dichos recintos religiosos mantendrán sus puertas abiertas.

RESTAURACIÓN. Saliendo de la estación del metro Bellas Artes, sobre la calle 2 de abril, se encuentra la Parroquia de la Santa Veracruz, construcción del siglo XVIII que por las noches es custodiada por personas en situación de calle. Es en el interior de este inmueble, catalogado monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en donde yacen los restos de Manuel Tolsá (1757-1816).

¿Quién fue Tolsá? Un arquitecto español que llegó a México a finales del siglo XVIII a ocupar la plaza de director en la Academia de San Carlos, cargo que le fue asignado el 16 de septiembre de 1790, sin embargo, llegaría a la Ciudad de México muchos meses después debido a que esperó en Cádiz la salida de un barco hacia la Nueva España.

De acuerdo con el artículo Las misiones de Manuel Tolsá, publicado por el investigador de la UAM, Jorge Vázquez Ángeles, el arquitecto recibió un sueldo de 1800 pesos y la orden de transportar a América 76 cajones con moldes de esculturas de grandes maestros del arte clásico.

En el país, Tolsá construyó 14 edificaciones, siendo el Palacio de Minería (de 1797 a 1813) y la escultura ecuestre Carlos IV (1803), dos de sus principales obras. Tolsá murió el 24 de diciembre de 1816 y según Jorge Vázquez Ángeles, “murió en su casa de la calle Mariscala y fue enterrado en la iglesia de la Santa Veracruz, de donde sus restos, seguramente, fueron sacados durante La Reforma”.

En la parroquia que data del siglo XVI existe una placa que dice: “a 200 años de su muerte se inauguró esta placa como un homenaje al artista más importante de los últimos año del México Novohispano”, hecha por la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México. Actualmente, una de las dos capillas que conforman el inmueble con estilo barroco se encuentra en trabajos de restauración.

Cerca de esa iglesia, a tres estaciones del metro Bellas Artes, es decir, saliendo del metro Pino Suárez (a tres cuadras), está el Templo Jesús Nazareno, en donde desde 1946 descansan los restos del español Hernán Cortés, específicamente, en un muro y en donde se observa una placa de bronce de 1.26 m por 0.85 con el escudo de armas del conquistador.

EL HISTORIADOR. “Cuenta la leyenda que realizaron el primer trasplante, al colocar una pierna a un hombre que la había perdido en un accidente. La operación fue un éxito; el único detalle que podríamos decir que les falló, es que el receptor era blanco y la pierna que se le trasplantó era de un negro”, así narra Ángeles González Gamio, la historia de los gemelos San Cosme y Damián que en el año 303 fueron decapitados.

Esa historia explica por qué los gemelos son los patrones de enfermos y médicos en todo el mundo y por lo tanto, en la Parroquia de San Cosme y San Damián, ubicada a tres cuadras de la estación del metro San Cosme, en la colonia San Rafael, mismo lugar que data del siglo XVI donde descansan los restos del historiador Joaquín García Icazbalceta (1825-1894).

“En una capilla lateral se encuentran los restos del gran historiador don Joaquín García Icazbalceta, cronista de la Ciudad de México y miembro fundador, en 1870, de la Academia Mexicana de la Lengua”, describe la cronista González Gamio en su libro La ciudad que me habita. Crónicas amorosas de la Ciudad de México.

García Icazbalceta fue el más grande coleccionista de libros de los siglos XVI y XVIII que se interesó en verificar la existencia de los primeros libros impresos en México, investigación que concluyó en su obra cúspide: Bibliografía mexicana del siglo XVI (publicada en 1886).

BEATO. Hace 90 años, el jesuita Miguel Agustín Pro fue asesinado junto con su hermano y dos devotos católicos por profesar su religión ante la prohibición que decretó el presidente Plutarco Elías Calles, en el contexto de la Guerra Cristera.

La investigadora de la Ibero, Marisol López-Menéndez detalla en su artículo The Holy Jester: A story of marytyrdom in Revolutionary Mexico, que Calles emitió un decreto que prohibía celebrar misa fuera de iglesias y estableció un derecho para designar el número de sacerdotes que desempeñarían funciones religiosas en cada estado del país. El resultado: los católicos se organizaron en contra del gobierno por medios legales y violentos.

“Pro se enfrentó a un pelotón de fusilamiento tras ser detenido por su supuesta participación en un atentado contra el presidente electo Álvaro Obregón. Pro era un jesuita mexicano de 36 años que había regresado a su país en 1926, después de estudiar varios años en seminarios jesuitas europeos”.

Hoy sus restos yacen en el Templo Verbo Encarnado y la Sagrada Familia, ubicado a 5 minutos del metro Insurgentes, en el número 144 de la calle Puebla, en la colonia Roma. Ahí, a un costado del altar luce una caja de plata con la biografía de Pro y el anuncio de que a un costado de la iglesia, existe un museo dedicado a este jesuita que fue beatificado en 1998.

 

FOTO:Especial

FUENTE:Crónica

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