En los últimos años, los estudios Disney se están dedicando a rehacer en formato acción real sus grandes éxitos de animación, de forma tan puntual y mecánica como los cobros del banco a principios de mes y con una mentalidad esencialmente conservadora. ‘Cenicienta’ (2015), por ejemplo, era tan convencional —ni anacronismos ni referencias a la cultura pop, ni humor políticamente incorrecto— que casi resultaba transgresora, y los avances de ‘El libro de la selva‘ (2016) —película por otra parte estupenda— estuvieron casi exclusivamente vinculados al asombro que sus efectos fotorrealistas provocaban. Ahora, el estreno de ‘La bella y la bestia’ parece ser la culminación de esta regresiva progresión.
Tanto es así que ‘remake’ quizá no sea la palabra más adecuada para describir la relación entre la nueva película y su aclamada predecesora de 1991; más exacto sería hablar de repetición. Por internet circula un vídeo (en el que escenas de ambas versiones son comparadas) que así lo demuestra. La historia es la misma ahora que entonces. Los personajes son los mismos. Los vestidos de Bella son los mismos. Incluso buena parte de los diálogos son idénticos. El guion lo firman dos individuos, probablemente porque uno de ellos controlaba el mando a distancia del Blu-ray mientras el otro transcribía las escenas.