Las denuncias de abuso sexual clerical a los alumnos del Instituto Antonio Próvolo para hipo acústicos sacudieron a la provincia argentina de Mendoza
En una pequeña capilla y ante una imagen de la Virgen María, dos curas católicos violaron una y otra vez a niños sordos, cuyos gemidos de terror difícilmente podían ser escuchados.
Las denuncias de abuso sexual clerical a los alumnos del Instituto Antonio Próvolo para hipo acústicos sacudieron a la provincia argentina de Mendoza. Y el escándalo sólo ha crecido: uno de sus presuntos abusadores es un sacerdote que ya había sido acusado de hacer lo mismo con otros estudiantes de una escuela en Italia.
En el instituto «hay una capillita chiquita donde está la Virgen… con unas sillitas, donde a los niños los confesaban, les daban la comunión. Allí sucedían algunos de los hechos», dijo recientemente el fiscal Fabrizio Sidoti, quien investigó el caso en las últimas semanas.
Las violaciones anales y vaginales, los manoseos y las prácticas de sexo oral también ocurrían en los cuartos de baño, los dormitorios, el jardín y un sórdido sótano del centro educativo situado en la localidad mendocina de Luján de Cuyo, unos mil 065 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, según la denuncia de los alumnos del instituto contra los dos curas y tres laicos.
El caso golpea a las puertas del Vaticano, que desoyó las advertencias de víctimas italianas sobre el cura Nicola Corradi, quien se encuentra detenido en Mendoza. Corradi, de 82 años, había sido señalado en 2009 por delitos similares cometidos desde la década de 1950 en el Instituto Antonio Próvolo de Verona. Sin embargo, la Iglesia no cuestionó su permanencia en el centro mendocino cuando salieron a la luz los casos de abuso en Italia, su país natal.
«Del papa (Francisco) hasta abajo… en todos los estamentos de la Iglesia católica son todos iguales, todos sabían», aseveró una joven que denunció haber sido violada por los sacerdotes en el colegio mendocino.
A través de una intérprete del lenguaje de señas, varias muchachas narraron a AP los abusos sufridos durante años. Su identidad se mantiene en reserva por orden judicial.
«Quiero que ellos estén presos hasta la muerte. Si llegan a quedar libres volverán a violar. Esto pasó en Italia…. pasó acá. ¡Esto se corta, esto se termina, basta!», manifestó una de las jóvenes al referirse a Corradi y al argentino Horacio Corbacho, el otro sacerdote detenido, de 55 años.
Unos 24 alumnos y ex alumnos, algunos ya mayores de edad, han declarado ante el fiscal Sidoti haber sufrido abuso desde hace al menos una década. El fiscal describió los testimonios como muy verosímiles y coincidentes y aguarda los de más de 20 personas de las que podrían surgir más víctimas.
Según la investigación, los agresores se cebaban especialmente con los niños que dormían en los albergues del instituto, varios de los cuales procedían de provincias cercanas. Una de las entrevistadas afirmó haber visto a uno de los curas violar a una niña mientras el otro sacerdote la obligaba a practicarle sexo oral. Los menores miraban a escondidas, a través de las cerraduras de las puertas, entre las rendijas de las persianas. Aparentemente, algunos niños incluso abusaron de sus compañeros en los dormitorios en una naturalización del horror en el que estaban inmersos.
Corradi, Corbacho y tres empleados del colegio -José Luis Ojeda, Jorge Bordón y Armando Gómez- fueron detenidos en noviembre por maltrato físico, abuso sexual y corrupción de menores.
En el dormitorio de Corradi, la policía halló 550.000 pesos en efectivo (unos 34.300 dólares) y revistas con fotografías de mujeres desnudas. Las computadoras y los celulares de los sacerdotes están siendo analizados ante la posibilidad de que contengan registros de los abusos.
Los acusados se han negado a declarar. A ambos curas les fue denegada el jueves la prisión domiciliaria y tendrán que permanecer en una cárcel de Mendoza con el resto de los acusados.
El papa Francisco no se ha manifestado públicamente sobre el caso y la Santa Sede declinó hacer comentarios a AP.
El 11 de diciembre, cuando el escándalo ya había estallado en Argentina, la difusión de un video en el que el pontífice les deseaba una feliz Navidad a los sordos a través de la lengua de señas despertó las críticas de los usuarios de Twitter en el país sudamericano, que reclamaron al papa una declaración por el caso de Mendoza.
«O vive fuera de la realidad o es de un cinismo fenomenal… es una burla», dijo Carlos Lombardi, abogado de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina, a la AP.
Anne Barrett, codirectora de BishopAccountability.org, un portal en internet contra la pederastia clerical, afirmó que el caso argentino «es distintivamente horripilante… los delitos son nuevos, eran prevenibles, ocurrieron luego de que el Vaticano supuestamente ha implementado reformas y bajo las narices de funcionarios de la Iglesia que han presumido de políticas inteligentes contra los abusos».
Muchos en Argentina se preguntan si Francisco estaba al tanto de la presencia en su país del cura italiano.
El nombre de Corradi apareció públicamente en 2009 cuando 67 sordos dijeron haber sido abusados en el instituto veronés por 24 curas, laicos y hermanos religiosos. La lista de abusadores fue publicada en internet y especificaba que en ese entonces el cura estaba en Argentina.
Una víctima volvió a mencionarlo como su abusador durante una investigación ordenada en 2010 por el Vaticano a la diócesis de Verona que también fue pública.
De nueva cuenta su nombre fue puesto en una carta dirigida al papa en octubre de 2014, en la que las víctimas italianas mencionaron a 14 curas presuntamente abusadores que seguían ejerciendo el ministerio y en la que le hacían notar que Corradi y otros tres sacerdotes estaban en Argentina. En aquella misiva señalaron que «la Iglesia no tiene interés en el sufrimiento provocado por sacerdotes que abusaron sexualmente de niños sordos».
Más de dos años después monseñor Angelo Becciu, un alto funcionario del Vaticano, les respondió que había elevado a la Conferencia Episcopal Italiana su propuesta de creación de una comisión investigadora. La Conferencia no respondió las consultas de AP acerca de si dicha comisión está en funcionamiento.
«Si sabían que había hecho esto ¿por qué lo mandaron acá aún sin haber estado con una condena judicial?», se quejó el jefe de los fiscales de Mendoza, Alejandro Gullé. «Enviaron al lobo a cuidar a las ovejas».
El arzobispado de Mendoza sostuvo que desconocía los antecedentes de Corradi cuando llegó a la provincia. «No era praxis de la Iglesia preguntar…viene un religioso a una diócesis y se confía en el superior legítimo», dijo a AP Marcelo De Benedectis, vocero de esa institución. Agregó que el caso es «tan indignante» que se han tomado nuevas medidas en la diócesis mendocina, entre ellas exigir una declaración jurada a los religiosos en la que deben indicar que no tienen antecedentes penales o canónicos.
La Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede ya está informada de las acusaciones contra Corradi y Corbacho, señaló De Benedectis.
La diócesis de Verona sancionó en 2012 a cinco de los 24 acusados tres años antes, entre los que no estaba Corradi. En ningún caso hubo un proceso penal.
En el caso de Argentina los abusos no han prescrito y las eventuales condenas podrían llegar hasta los 50 años de prisión.
La justicia también investiga si personal administrativo del instituto argentino encubrió los abusos.
Viviana Ávila, docente del colegio, dijo a AP que las profesoras «nunca tuvimos una sospecha de nada» ni recibieron quejas de los chicos. Ella y sus compañeras se retiraban al mediodía y tenían prohibido acercarse a los albergues.
Corradi fue trasladado a Argentina en la década de 1980. El sacerdote estuvo primero en el centro Próvolo de La Plata, 70 kilómetros al sur de Buenos Aires, y a fines de la década de 1990 recaló en Luján de Cuyo.
Su estadía en La Plata podría derivar en nuevas acusaciones. Un hombre de 42 años dijo a la prensa que fue abusado por el sacerdote italiano en el instituto platense, denuncia que es investigada por un fiscal local.
«Queremos que se haga justicia. Nosotros podemos lograr condenas y espero que sean las máximas», señaló Gullé. Sin embargo, lamentó que «jamás vamos a compensar el daño espiritual que se ha infringido a estos niños».
Fuente: Excélsior