Lesli, de 22 años, sólo pensó en proteger a su nena de dos años y al bebé de siete meses que lleva en el vientre; desconoce el paradero de sus familiares
A Lesli Monserrat Hernández Alvarado, de 22 años, lo único que le salvó la vida a ella y a sus hijos fue su instinto de madre.
En cuanto escuchó la explosión en el Mercado San Pablito de Tultepec, sólo pensó en proteger a su nena de dos años y al bebé de siete meses que lleva en el vientre y corrió sin mirar atrás.
Lesli cargó a su niña y dejó en el local número 35 del mercado de Tultepec a su abuela Eva Báez Palacios, de 65 años, quien fue a comprar a este mercado cohetes para ponerlos a la venta en su miscelánea ubicada en el municipio de Nicolás Romero, y también las acompañaba su tío Jazmani González Baéz, de 29 años.
Hasta el momento de esta entrevista en su casa, Lesli seguía sin conocer el paradero de su abuela y de su tío.
«Yo sólo escuché que mi tío le gritó a mi abuelita: ‘mamá’. Y como te digo, yo agarré a mi hija y me eché a correr, sin parar, hasta donde pude protegerla para que no le pasará nada. Ya después de ahí, unas señoras que eran locatarias me ayudaron a que nos encerráramos en un baño, en donde ya había demasiada gente”, narró la joven madre.
Durante la explosión, a Lesli le cayeron encima algunas piedras que dejaron visibles marcas en sus brazos, sin embargo, el refugio que tuvo en el baño del mercado, ubicado a unos 20 metros de los puestos, fue crucial para que ella y las personas que ahí se resguardaron resultaran ilesas.
«Esa gente que tenía sus locales en las orillas, que alcanzaron a correr antes de que se extendiera la explosión que vino del centro del mercado, es la que nos estaba auxiliando y unos policías vestidos de azul, que yo creo que eran municipales. Al momento del estallido, como te reitero, cuando volteé ya había una enorme nube de humo y ya no se podía ver nada, entonces, sin pensarlo agarré a mi hija y corrí hasta donde pude. Me alcanzaron a pegar algunas piedras, me imagino por las lesiones que tengo en la piel, pero no me detuve, lo único que quería era salvar a Giselle, que a ella no le pasara nada», indicó.
Cuando Lesli ya tenía a su hija en brazos y quiso ver si atrás de ella se habían quedado su abuela y su tío fue imposible ver algo más allá de sí misma.
En ese instante sólo pudo percibir humo y los gritos de la gente. Fue hasta que se detuvo la explosión, cuando a Lesli, a su hija de dos años, Giselle, y a todas las víctimas que estaban refugiadas en el baño, las rescataron los bomberos y el ejército.
Una vez afuera del baño y de frente con un mercado devastado que hacía minutos había recorrido, caminó alrededor de los escombros para ver si hallaba a sus familiares, sin embargo, ni siquiera encontró el carro en el que llegaron y que habían dejado en el estacionamiento.
«No encontré a mi abuelita ni a mi tío. Tampoco vi el carro en donde íbamos”, lamentó y suplicó a las autoridades y a la ciudadanía que le ayuden a encontrar a su familia. “Los estamos esperando”, dijo.
Fuente: Excélsior