El presidente electo de Estados Unidos Donald Trump ha llamado repetidamente al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el “peor acuerdo comercial de la historia”. Y ahora tendrá la oportunidad de hacer algo al respecto.
La renegociación o salida de TLCAN está en la agenda de Trump para sus primeros 100 días.
¿Tiene el poder de desecharlo por sí solo? Resulta que los presidentes tienen ese poder y no necesitan al Congreso. El Artículo 2205 del TLCAN, que Trump citó en un discurso durante el verano, es de solo 34 palabras y simplemente dice que una parte puede retirarse del acuerdo seis meses después de que presente un aviso por escrito.
Lo que ocurriría después no está claro, ya que Estados Unidos no se ha retirado de un acuerdo comercial desde 1866.
El TLCAN, que entró en vigor en 1994, cambió las relaciones entre Estados Unidos y México de dos maneras significativas. Prácticamente eliminó los aranceles entre las dos países y facilitó que las empresas estadounidenses invirtieran en México.
Ahí es donde las cosas se ponen confusas.
Los aranceles impuestos a las importaciones hacia Estados Unidos dependen del país de origen y del tipo de producto, dijo Craig VanGrasstek, un consultor e historiador de comercio.
Los países suelen clasificarse en una de tres categorías:
1) Los que tienen relaciones comerciales normales (a veces llamadas “estatus de nación más favorecida”)
2) Aquellos con los que los Estados Unidos tienen tratados de libre comercio, como el TLCAN
3) Aquellos a los que se les niega el estatus de relaciones comerciales normales, que ahora solo aplica a Corea del Norte y Cuba.
Los expertos están divididos sobre cómo se clasificaría a México.
Algunos dicen que México se sometería automáticamente a un estatus de relaciones comerciales normales y estaría sujeto a una serie de aranceles.
Otros, incluyendo a Gary Hufbauer, miembro del Peterson Institute for International Economics, un defensor del TLCAN, dicen que no está claro qué pasaría porque Estados Unidos no ha enfrentado esta situación antes.
Independientemente de todo, el asunto casi seguramente terminaría en los tribunales.
“Los importadores estadounidenses llevarán a Estados Unidos a la corte al día siguiente”, dijo Gary Horlick, un abogado comercial.
Así es como podría desarrollarse:
Escenario 1: Una guerra comercial
Lo que más preocupa a los economistas es la perspectiva de una guerra comercial.
Digamos que Trump acaba con el TLCAN e impone un arancel del 35% sobre al menos algunas importaciones mexicanas como amenazó con hacer. La ley de aplicación del TLCAN, que permanecería vigente hasta que el Congreso la derogue, parece darle al presidente el poder de imponer aranceles a México y Canadá sin la aprobación del Congreso, dijo Horlick.
Esto afectaría a muchas empresas estadounidenses, como GM, IBM y Coca-Cola, que fabrican piezas y productos en México y las envían de vuelta a Estados Unidos. Entre las importaciones más populares están las partes automotrices, los televisores de pantalla plana, los teléfonos y los refrigeradores.
“Hemos desarrollado una vasta red de cadenas de suministro y estaríamos interfiriendo con ella”, dijo Robert Lawrence, profesor de Comercio Internacional e Inversión de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. “Es un suicidio para ambos lados”.
Además, los consumidores estadounidenses tendrían que pagar más por estos productos, ya que los aranceles se sumarían a su costo. Estados Unidos importó 259,000 millones de dólares en productos manufacturados de México el año pasado.
Además, México probablemente respondería con aranceles propios, perjudicando las ventas de los productos estadounidenses al sur de la frontera, lo que probablemente reduciría sus compras y perjudicaría a los fabricantes estadounidenses.
México, que es el segundo mercado más grande de América para las mercancías exportadas, compró 214,000 millones de dólares en productos manufacturados de compañías estadounidenses el año pasado. Entre las principales exportaciones se encuentran la maquinaria, los vehículos y los plásticos.
México generalmente impone un arancel del 7.5% a los bienes de países con los que carece de un acuerdo de libre comercio, pero depende en gran medida del producto.
Escenario 2: ¡Trump negocia un acuerdo increíble!
Trump ha dicho que solo se retiraría de TLCAN si no puede renegociar los términos del acuerdo para obtener un mejor trato para los trabajadores. “Y no me refiero solo un poco mejor, me refiero a mucho mejor”, dijo.
Pero los detalles siguen siendo escasos. Los expertos en comercio dijeron que no saben lo que Trump quiere hacer.
«No está claro como sería ese mejor acuerdo”, dijo Hufbauer.
Además, la reapertura de un acuerdo comercial no es una tarea fácil. Tanto el presidente Obama como Hillary Clinton hablaron de reabrir el TLCAN para mejorar las normas laborales durante la campaña de 2008, pero el esfuerzo no fue muy lejos porque habría sido muy perturbador, dijo Lawrence.
Robert Scott, director de investigación sobre políticas de comercio y manufactura del Economic Policy Institute de tendencia izquierdista, dijo que le gustaría ver “arreglado” al TLCAN para aumentar los ingresos de los trabajadores mexicanos, para que “haya más demanda de productos fabricados en Estados Unidos”.
Escenario 3: No mucho impacto, al menos inicialmente
Aunque México estaba mucho más cerrado antes del TLCAN, no es probable que pusiera un muro a empresas externas. El país se beneficia enormemente de la inversión extranjera.
Antes del TLCAN, la inversión directa de Estados Unidos en 1993 era de 2,500 millones de dólares. Eso creció a 9,300 millones de dólares en 2014, de acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.
“No sé por qué México presionaría (a las compañías estadounidenses) para salir”, dijo Scott.
También, digamos que la retirada del TLCAN significara simplemente que México estaría ahora sujeto a los aranceles de las relaciones comerciales normales. Eso por sí solo podría no afectar significativamente la producción actual de los fabricantes estadounidenses allí, pero podría disuadirlos de incrementar sus inversiones. En algunas de las importaciones más populares, como los automóviles y las autopartes, el arancel es de solo 2.5%, según VanGrasstek. Y artículos como computadoras, microchips y algunos productos médicos son generalmente libres de impuestos.
Independientemente de cómo se desenvuelva exactamente, no es probable que la retirada del TLCAN sirva de mucho para ayudar a los trabajadores estadounidenses. Los aranceles más altos anularían gran parte de la ventaja de las empresas estadounidenses que fabrican en México. Algunos de esos trabajos podrían, en teoría, regresar a Estados Unidos, pero los mayores costos laborales pesarían sobre las ganancias de las compañías estadounidenses. Lo más probable es que las empresas estadounidenses busquen producir en otros países con salarios bajos.
“Acabar con el TLCAN no traería de vuelta empleos a Estados Unidos”, concluye Scott.
Fuente: EXPANSIÓN